Fundación Unicaja ha presentado el libro ‘La vida de un científico en cuartos de hora. 1884 en el diario de Federico Olóriz’, de Miguel Guirao y Fernando Girón. Un volumen, coeditado junto a la Universidad de Granada a través de los servicios de publicaciones de ambas instituciones, que recoge las observaciones profesionales y vitales del investigador granadino, perteneciente, junto a Ramón y Cajal, a la llamada Generación de los Sabios y creador del sistema de identificación dactilar.
La presentación de la obra, que ha tenido lugar en la Real Academia de Medicina y Cirugía -Espacio V Centenario-, ha contado con la participación, además de los autores, del director de Actuaciones Socioculturales de Fundación Unicaja, Rafael Muñoz Zayas, la rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda, la directora de Editorial Universidad de la Universidad de Granada, Isabel Cabrera, y el exrector y presidente del Instituto Geológico y Minero de España, Francisco González Lodeiro.
La publicación del libro, coeditada con el Servicio de Publicaciones Propias de Fundación Unicaja, responde al interés de la institución por acercar al público títulos de calidad y contribuir a la difusión de la obra de investigadores y figuras de relevancia de la historia de Andalucía.
‘La vida de un científico en cuartos de hora. 1884 en el diario de Federico Olóriz’ se integra en el catálogo de publicaciones propias de Fundación Unicaja, compuesto en la actualidad por más de 1.400 títulos.
La obra ofrece una transcripción y estudio del diario personal de Olóriz de 1884, analizando no sólo los contactos que mantuvo con otros investigadores e instituciones de su tiempo, sino también dando cuenta de las circunstancias sociales y políticas de finales del siglo XIX en el país.
Nacido en Granada, donde cursó sus estudios de Medicina, Federico Olóriz ejerció de catedrático de Anatomía Humana en Madrid, formando parte de una época de oro, pese a la carestía, de la ciencia española.
Olóriz, a quien se recuerda especialmente por su contribución al estudio de las huellas dactilares, tuvo una vida absolutamente metódica, que le hizo contabilizar su trabajo en cuartos de hora. Especialmente, durante su estancia en Madrid, periodo que comienza en 1884, el año del que es testigo este diario.